Relatos reales: Hoy te mato


¿Han escuchado que la confianza da asco?


Hace ya algunos años, coincidió el rompimiento de una relación larga y extenuante con mi novio y la ruptura de un amigo con el suyo. Por esos días los dos andábamos con el despecho activado pero con muchas ganas de continuar solitos y felices por la vida. De hecho mi amigo Juan y yo teníamos un par de años que no nos veíamos porqué nos habíamos ensimismado en nuestras relaciones.

Un viernes cualquiera, Juan va  a mi casa y le comento que me siento bajoneadísima y quiero salir en la noche, pero salir a un buen plan que incluyera tacones, vino y gente bonita, que si era para el hueco ese que a él le encantaba llevarme donde no iba a levantar ni sospechas, abortaba y no salía. Él no muy convencido me dijo que sí.

Pasó como una hora y Juan me dice:

_"¿Chama te acuerdas de Miguel?"

_mmm... la verdad es que no

_El muchacho que conocí hace tiempo en Choroní, y tuvimos el trompo enrollado. Me está diciendo que está en la vende y paga de la UCV, que vayamos.

_¿Qué? yo no voy a ir a esa vaina, yo sabía que me ibas a cambiar la seña, yo no quiero chino, ni taguara, ni tercio, hoy yo quiero triunfar.

_Vamos un ratico, él está ahí con unas compañeras de clases y además vive lejos, eso es un par de horas y a las 6pm no venimos para arreglarnos. Vamos en metro.

_Juan si a las seis no estamos devolviéndonos te voy a bloquear en el whatsapp.



Estación Los Dos Caminos  tirú...
...estación Ciudad Universitaria   tirú
(Recuerde que dejar salir es entrar más rápido)


Con mi peor pinta y el desgano a mil, volvía a ese lugar que ya había dejado atrás hace algunos años  en mi época de estudiante. En la mesa estaba Miguel y 4 chicas que estudiaban con él odontología, luego de la presentación llegó el primer tercio para terminar de hundirme en mis miserias, a lo que Juan me dice "cambia esa cara que a las 6 nos vamos y nos arreglaremos con tiempo", ¡I try!.

Ya para el tercer tercio estaba más cómoda, se van algunas muchachas y quedan dos,  yo seguía con la cháchara amable y desparpajada mientras que Juan continuaba en el plan romántico con su muchachito. Al pasar el tiempo, se acerca la hora de partida y comienza la cantaleta: "Juan pide la cuenta".

6pm

¡Juan pide la cuenta porque ya me arreché!...

Miguel interviene, "hagamos algo, a mi me viene a buscar un taxista que me va a llevar hasta mi casa en Los Teques, acompáñenme y cuando llegue, los pasamos dejando".

 No quise ser intensa, además que a esa hora el metro es el infierno y terminé aceptando.

Miguel llama al fulano señor del taxi que se llama Wilber y  a los 15 minutos llega.
Era un hombre de unos 38 años, alto, con un bigotico desconcertante, a veces parecía más un sucio. Entra y saluda a Miguel, le hace saber que ya está listo, pero nos acababan de traer una ronda, no pensamos que llegaría tan rápido, así que  lo convidamos a sentarse y acompañarnos con la cerveza del estribo.

Wilber se sienta,  es conversador y muy cordial, se acaban las cervezas, Miguel insiste que hay tiempo para otra ronda, el pendejo de Juan hacía lo que el otro pendejo decía, yo me confié, llego la próxima, y así estuvimos hasta las 8pm que fue la hora que la mapanare que llevo dentro se manifestó, 
"Mira Juan José todo contigo es un timo, siempre tengo que terminar haciendo lo que tú digas, me quité el yugo de mi novio y ahora vienes tu a querer gobernarme".

Juan y yo somos muy amigos desde hace mucho tiempo, yo conocía a su hermano desde que llegó a Caracas sin conocer  a nadie y eso me permitió ir construyendo mucha confianza con ambos, recuerdo que el día que Juan se mudó a Caracas para empezar su pasantía en el IVIC, yo lo recibí porque su hermano trabajaba hasta medianoche como operador de Digitel, desde el primer momento hicimos "clic" y todo fue muy fácil,   incluso recuerdo que llegamos a besarnos esa noche, para esos días él andaba en ese proceso de aceptarse y aunque finalmente se sinceró, a veces tenía momentos de homosensibilidad que finalmente terminaron desarrollando mucha confianza entre nosotros.

Para cuando se desarrolló el reencuentro que estoy relatando yo vivía sola, Juan vivía cerca con su hermano en un pequeño anexo y tenían unos 5 años viviendo en la capital.  Juan es muy confianzudo y ligero, y un día  descubrió que tener a una amiga que hiciera las veces de novia o mamá era maravilloso, además coincidió con una época que él estaba de vacaciones en su trabajo y yo tenía algunas libertades por el libre ejercicio. 

A Juan  le resultaba atractivo instalarse en mi casa como un pachá para que yo le cocinara y atendiera, ¡que trato tan injusto, y la igualdad qué, amigo!, los planes con él siempre terminaba en un hueco  o un bar gay que reducían mis posibilidades de conocer a alguien. Yo siempre le decía, pero por qué la vida me castiga así, yo le pido sólo un hombre, y te manda a ti, y él respondía, "Bettyna hay que saber pedir, aquí tienes un marido que te adora y que no te despierta de noche".

Volviendo a la vende y paga, le armo un zaperoco al pobre Juan y él se para ipso facto y empieza a despedirse apuradito "chao, chao me tengo que ir", a lo que Wilber nos dice:

_ "¿pero ustedes quieren es rumbear?, yo ahorita en un rato tengo un cumpleaños bien bueno en un local nocturno bien chévere y podemos ir todos, catira, si tú llegas a tu casa ahorita te vas a enratonar y no vas a querer salir después".

Todos en la mesa comenzaron a apoyar la idea del nuevo amigo Wilber, y me decían que era así, que devolverme era igual a no salir. En eso el arrastrado de  Juan prometió que el día siguiente me llevaría a donde quisiera si mi alma aguantaba y terminé accediendo, amenazando a Juan que si me metían en un hueco lo iba matar, y que cuando yo dijera nos vamos, lo quería en la puerta de salida.

El taxista nos dice que hay que esperar un rato más, como a eso de las 10 y mientras tanto, tercio y tercio.

10:30pm

Nos ensalchichamos en ese malibú del 77 que estaba como nuevo. casi de agencia, unos asientos que en lo que te posabas en ellos daba la sensación de que te ibas a salir por debajo, un sonido espectacular, con un bajo donde desarrollé un tinnitus de tres días al ritmo de "Y he mojado mis sábanas blancas recordándote. En mi cama nadie es como tú..."♫ y finalmente, unos vidrios ahumados que si nos picaban nadie se enteraba.

malibu 77


Juan iba a mi lado, y yo le decía, "presiento que todo va mal y vamos a terminar en un rancho a la orilla de una quebrada, con una cancha de bolas criollas atrás".

Dirección centro de Caracas... ¡ay papá, no me está gustando!.

Av. Universidad, 11:00pm, cruzamos con sentido a la av. Urdaneta, y detrás de un ministerio, se estaciona el anfitrión, saluda al señor que cuidara el carro que tenía un aspecto de haberse desayunado 3 vampiros ese día.

Caminamos un par de cuadras hasta llegar a la Urdaneta y luego caminamos 2 más, yo fumaba y no tenía cigarros, quería llorar. Miguel que también era fumador y veía que todo iba a empeorar, incluido mi humor me dice "Vamos a comprar cigarros, no me sueltes la mano" él saca pecho, sube cabeza, me toma la mano con fuerza y con su voz más oscura y varonil va abriendo campo mientras caminamos por la amable avenida, como todo un Juan Charrasqueado, recorrimos unos 5 huecos entre botiquín, tascas y taguaras.

Nos reunimos de nuevo frente al local que la verdad es que no se veía tan mal, después de todo era una arepera, ahora se rumbea entre reinapepeadas y pernil con aguacate, pensé. 

Yo no entendía como era el asunto, hasta que Wilber entra y se dirige hasta el fondo del pasillo de la arepera, abre una puerta y ahí estaba, un lugar que nos dejaba  claro que de día vendían arepas pero de noche prendían unas luces azules, ponían a Romeo Santos con la guitarrita que lo acompaña y estaba montada la rumba de los malandros con bolsito cruzado.

Juan sólo quiero que sepas que hoy te mató.

El cumpleaños de Cristinita

Seguimos a nuestro nuevo amigo hasta llegar a una fila de mesas pegadas donde estaba la cumpleañera Cristinita, una chica de unos 19 años, con un short de jean que creo que se le encogió,  cabello amarillo batido y mojado con algún aceite o grasa que desconozco, unos tacones con plataforma altísimos, un corsé negro que le recogía hasta la grasa de la espalda para lucir más voluptuosa... yo estaba segura que esa niña cuando se quitaba el outfit era menudita y parecía de 15.

La felicité y tomé asiento, mientras el taxista me preguntaba, ¿qué quieres tomar?, ya no recuerdo que respondí pero es que yo estaba concentrada en sobrevivir para poder matar a Juan. 

El amigo Wilber marcaba el ritmo con palmadas sobre la mesa muy entusiasmado y me pregunta, ¿qué te parece catira, burda de fino, verdad?, como yo no soy tan culo malo como algunos piensan, afirmé  con mi cabecita.

Una de las chicas me dice que la acompañé al baño y yo accedí, quizás necesitaba pedir auxilio y era la forma de hacérmelo saber.

Lo que hay que ver

Llegamos al baño y  adentro había una fila larga de mujeres sabrosonas, entonaditas y con la urgencia del cubículo para liberar su cuerpo de tanto líquido maluco. Comienza a ponerse un poco tensa la cola, porqué la persona que estaba dentro estaba tardando, y la señorita que estaba de segunda se desespera y empieza darle manotazos a la frágil puerta mientras gritaba "Mira flaca, muévelo que se empelota"

segundos después

"Pero bueno ¿y entonces, tú estás en un parto o cómo es la cosa, mami?, pásame la papelera ahí". Y así, por debajo de la puerta le pasan el recipiente de plástico donde la distinguida señorita sin pudor alguno, se bajo su pantaloncito, y su pantaletica y procedió a depositar sus urgencias en estado líquido y gaseoso delante de todas, mi sorpresa es que al terminar y retirarse, las demás chicas comenzaron a hacer lo mismo.

Mi nueva compañera de secuestro y yo supimos en ese instante que era posible que de ahí no saliéramos con vida, yo me sentía al acecho, y con firmes sospechas que luego vendría también el asecho.

Regreso a la mesa sin usar el baño, porqué podía salir con una puñalada o faltándome un vital órgano, pero jamás con una enfermedad venérea, ¡que va! nadie me iba a creer como me la pegaron.

Voy directo a donde Juan a contarle la experiencia y aunque le pareció una locura, me dijo que debíamos intentar pasarla bien porque no había forma de salir de ese lugar a esa hora, en realidad él estaba entregado a las mieles del romance con el Miguelito.
 Me siento a su lado, y el taxista amigo me dice "Catira, vamos a bailar", ¿cómo le digo que no?.

Me levanto, voy a bailar con el anfitrión, termina la canción y sigue salsa baúl, yo amablemente le digo que quiero sentarme, que no me siento muy bien, pero él insiste que la última, y ahí estaba yo, abrazada con mi nuevo amigo Wilber que se comenzaba a poner pesadito.

Llega un punto que ya definitivamente no quiero seguir, amablemente le digo que quiero sentarme y él accedió bajo la premisa que la próxima la bailamos. 

Al volver a la mesa le digo a Juan, ¿ahora qué, también me empato con Wilber para que tú vivas tu romance?. Miguel cuando ve que viene, de nuevo el bailarín me dice, vente conmigo a bailar que ahí viene otra vez...

Yo no sabía como salir del centro de Caracas a la 1am, así que me tocaba continuar y presionar la ida, las otras dos chicas tajantemente rechazaban el baile con nuestro amigo nuevo, pero yo no quería ser descortés, nos estaba invitando y tampoco merecía el desaire.

Baile más que nunca, porqué para evitar un poco al excelsior bailarín salsero, Juan y Miguel me alternaban, 3 bachatas, 3 salsas, y así iba una y una.

Una arepa mami

Como  a las 2:30am Juan me dice que tiene hambre, que si cuando lleguemos podía hacerle unas arepas... "créeme que si te las hago es posible que te envenene y como has bebido tanta caña piche creerán que te intoxicaste tu mismo, ¿quieres que te haga la arepita, mi amor?".

Él recuerda que estamos en las profundidades de una arepera, así que decide ir a comprarse una bien resuelta.

_¿Después de media caja de cerveza, no sé cuanta aguardiente barata, te vas a comer una arepa de pernil?, definitivamente no me quieres dar el gusto de que te mate.

Otra vez pa' dentro, pero yo sabía que ese canapé francés que se metió le daría sueño y malestar estomacal, así que me venía bien ayuda extra para presionar la retirada, porque el mismo conductor que nos llevó, nos repartiría.

Mientras tanto Wilber, ¡catira vamos a bailar esta que es bien cartelúa!... ya me dejaba cantar al oído mientras la inercia me movía:

"Aquel Viejo motel trae el recuerdo el día que te hice mujer, tú te negabas yo insistiendo pero después fuimos cayendo al dulce abismo que pretendes esconder "



_Wilberito, estoy muy cansada, muchas gracias por la invitación, todo muy chévere, pero necesito irme ya.
_Catira, un ratico más vale, yo te llevo a tu casa como todo un caballerito.
_Wilber porqué eres un caballero es que te pido que nos vayamos porqué estoy a nada que llamó un taxi.
_No, no reina cómo se te ocurre. Voy  a pedir la cuenta.

Regreso a la mesa, él va a buscar la cuenta,  yo le digo a Juan que lo convencí y ya nos vamos, que pagamos y arrancamos. En eso regresa Wilber y nos dice, "listo, vamos".

_No han traído la cuenta, hay que esperar.
_No mi reina, ya la pagué. Ustedes son mis invitados.

Sentí culpa, pero agradecí y pa' fuera.

Me abre la puerta de adelante de su carroza modelo Malibú, voy adelante, los demás ya borrados atrás.

Le repartición

Llevamos a las chicas, luego nos lleva a Juan y a mi y yo con ganas de dormir, porque después de haber sobrevivido a esa noche, sentía mas apego por la vida. Mi inesperado nuevo amigo iba con una bachata a volumen bajo como si eso era el cierre de una noche romántica, mientras me contaba en modo perorata su vida, sus aspiraciones y anhelos y yo solo lograba sonreír entre dientes.

Al llegar al edificio donde vivo, Wilber del carro se baja con el tumbao que tienen los guapos al caminar, me abre la puerta y acto seguido, me toma la mano, me dice que la pasó "bien fino" y que quería invitarme en la nochecita, cuando estuviese descansada al cine, me pide mi número y no supe que hacer, finalmente le di el de Juan, y al entrar al edificio le advertí que si llamaba y me lo pasaba, a mi casa no regresara.

Juan paso toda la madrugada en el baño expiando sus culpas y yo pidiéndole a la vida que mejor no me mandará a nadie que solita yo resolvía.



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