Vida oriental, El Tigre es así ❤️❤️❤️




Por ahí en el 2.000 o 2.001 mi mamá se consiguió con Elsa, una amiga de la juventud, que había vivido en una habitación rentada en casa de mi abuela, mientras estudiaba en Caracas. Ellas aprovecharon y se pusieron al día sobre sus vidas, y quedaron en contacto.

Un día Elsa invita a mi mamá a su casa en Oriente y en el primer fin de semana largo no lo pensó dos veces y se lanzó a la aventura para la ciudad de El Tigre. Al pasar los días previstos de viaje, mi mamá regresó contándome que la había pasado buenísimo, que había conocido a una gente muy amable, agradable y divertida, que la había pasado tan chévere que estaba pensando dejar su trabajo en Caracas e invertir un dinero en una sociedad con la amiga y abrir un negocio allá.

A mi me cayó como balde de agua fría y no me gustaba para nada la idea.

Me dijo que quería que viajará con ella el próximo fin de semana para que conociera la ciudad de El Tigre y luego hablábamos de si nos mudaríamos o no.
Así nos enrumbamos en esa aventura donde muchas cosas cambiarían. Desde que llegue la gente era muy amable, cercana, rochelera y bastante borrachines, por lo menos la gente que eran amigos de Elsa. 

Ese fin de semana la pasamos super, la gente lo que hacía era beber y beber, cantar y cantar. 

Esa misma noche que llegué, nos invitaron a un barcito, que cuando llegué pude confirmarme a mi misma lo que ya sospechaba "Mi mamá está loca". Era el patio de la casa de alguien, tenía una barra donde despachaban cervezas y unas 6 o 7 mesas de plástico alrededor. En lo que llegamos y me senté en la sillita con el oso de Polar impreso en el espaldar, estaba convencida que un negocio ahí sería la ruina absoluta.

No me había terminado la primera cerveza cuando se fue la luz y ahí sí dije "esta señora drogó a mi mamá". Mientras esperaba que me dijeran que nos íbamos, veo al señor dueño de la casa-bar, sacar un contrabajo de una habitación, Mariauxi la nueva amiga que nos invitó, abre un estuche y saca un cuatro, llegaron como 10 personas más, uno tenía una mandolina, otros un par de guitarras y hasta un bongó. Mariauxi dice, "arranca en FA compai", y empieza a sonar bellísimo una clave de bolero, perfectamente coordinado, con sus arreglos de cuerdas y cada instrumento aportando más valor a la hermosa melodía .

La señora que tenía al lado comienza a cantar con una voz muy virtuosa, divina, increíble: 
"En tu manos aprendí, a beber agua
fui gorrión que se quedó preso en tu jaula..." 

Mientras eso sonaba increíblemente precioso, un señor se acercaba a cada la mesa colocando unas velas que había metido previamente en la boca de botellas marrones de cerveza y el resto de  mesas se acercaron hasta que quedó sólo  mesa muy larga, y una  mágica escena que definitivamente hubiese sido poco probable de experimentar en Caracas.

Una de las guitarras era un requinto, que adornaba junto a la mandolina cada pausa de la voz cantante, cada interludio donde pudiera destacar su magistral talento creando armonías. ¡Que genialidad!

Ahí cantó todo el mundo, hasta mi mamá que tiene lo suyo, recuerdo que cantó:
"Al final, me dejas solo desangrando de llorar
sin primaveras en mis manos para amar, l
a vida se me va..." 

¡Perro, guarapo e piña, esto es una maravilla!

Así pasaron las horas, llegó la madrugada, nunca me enteré si había llegado la luz, tampoco hacía falta. Canción tras canción, broma tras broma, una delicia de noche en ese huequito que había menospreciado cuando entré. 

Al día siguiente, nuestra nueva amiga Mariauxi que era una mujer de unos ventitantos años, casada con un hombre como 20 años mayor que ella, y con una hija de unos 3años igual de talentosa que la madre, me despierta temprano en la mañana, cuando yo pensaba que dormían la locura de la noche anterior con una cerveza helada que me pegó en la frente: 

-Muchacha, párate que nos vamos pa'l Cari
- Pa'l Cari, ¿qué vaina es esa? 
-Pa'l río, muchacha, pa'l río. 

Con los ojos aún pegados me levanto, y veo por detrás de la casa donde nos estábamos quedando a mi mamá con un gentío, todos con el tercio de Polar en la mano y la  música altísima que salía de la camioneta. Al verme comenzó a presionar  para que me apurara. 

Me arreglé rápido, y partimos camino hacia el fulano río, no sin antes hacer unas paradas técnicas  en la respectiva licorería, puesto de empanadas y una carnicería  para comprar la carne y demás ingredientes de la parrilla. Yo sentía que todo era exagerado, la cantidad de carne parecía que sólo pidieron que le picaran una vaca entera, el licor que íbamos a celebrar un matrimonio con 100 invitados.

Cuando llegamos, la gente se acomoda, prenden los carbones, y sacan todos los instrumentos que antes mencioné. La cantante de la noche anterior arranca de nuevo en FA, y otra vez, parrilla, curda, música en vivo y río. 

Esta gente no se cansa, pensé.

Personas enlodadas por cubrirse de la arcilla de las paredes del río, un morichal hermoso que rodeaba el caney, los niños brincando hacia el río, y todo el mundo contento con esa capacidad irresponsable que tenemos para ser felices.

En la orilla había un árbol enorme de mangos de injerto que estaba en la época buena, cargadito, y los niños estaban entre mango y brinco al río que tenía lo suyo, también había un ladito de tierra mas alto en el canal del agua, y habían metido una mesa de plástico con 4 sillas, y entre ficha y ficha coreaban a Aizkel.

..."Dar por un querer
La vida misma sin morir
Eso es cariño
No lo que hay en ti"...

Luego cantaba otro

"Te regalaré en cualquier lugar
Un castillo azul para soñar y soñar
Y en tu cuerpo frágil dejare
Recuerdos de mi amor"...

Pensé: Yo como que me vengo, es mas, no vuelvo a Caracas.


Ya finalizando la tarde, se recoge todo y volvemos a El Tigre. Mi mamá ya estaba muerta de la pela. Mariauxi trata de animar a la gente de nuevo, pero como que ya no había quorum. Ella me dice, vente pa'mi casa. Y así me fui con su familia para su casa, acostó a su chama, y de nuevo cerveza y cuatro en el porche de su casa.

"Ayúdame, que estoy llorando,
me lleno de inmensa tristeza
cuando estoy llorando" 

Sonó el timbre, llegó un vecino con dos personas mas y una caja de cerveza, la noche continúo: 

"La brisa, la quietud
 y esa luna llanera
hacen de mi alma triste
una eterna quimera,
los pájaros que cantan
en la noche callada
conforman el concierto
y adornan la enramada."...

Ya el domingo volvimos a casa y mi mamá ya había hablado de mas detalles del negocio con la futura socia, y le dije: ¡Vámonos YA, no soporto Caracas!

Y así en unas semanas ya estaba llegando mudada a la Mesa de Guanipa donde conocí gente especial, mi primer amor, reconocí mi gentilicio y también conocí la maldad. Sin duda tengo recuerdos muy especiales de ese lugar.

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