Historia los amantes de Teruel


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Hay historias de amor fascinantes que han trascendido en el tiempo por su intensidad y drama, y así es esta historia, muy intensa.


Así es la historia de Juan Martínez de Marcilla, un joven profundamente enamorado de Isabel de Segura, hija de un acaudalado mercader.


Juan le dijo a Isabel que quería tomarla como su esposa, esta le respondió que ella también lo quería, pero que no podía hacerlo sin tener la bendición de su padre, que se opuso porque aunque su pretendiente era un buen joven, no tenía riquezas.


Decidido a conseguir fortuna, ya que era el único impedimento que puso su padre, le pidió a Isabel que lo esperara 5 años, él iría a la guerra  a pelear contra los moros y regresaría por ella, siendo digno de la aceptación de su padre. 


Durante ese tiempo, el padre fue muy insistente en conseguirle un esposo a Isabel, hasta que ella le dijo que había hecho unos votos de virginidad hasta los 20, eso le dio tiempo con su padre que decidió respetar su promesa de esperar esa edad.


Llegado el plazo de los 5 años, Isabel ya no veía posible que Juan regresará y aceptó el deseo de su padre que le insistía en que tomara compañía. Rápidamente su papá organizó la boda y al poco tiempo se realizó, también coincidió con la llegada de Juan.


Juan regresó con cien mil sueldos, listo para casarse con su amada, pero ya era muy tarde.

Una noche se coló en la habitación y tras el lecho de su amada le dijo: bésame que me muero y ella contestó: No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si ha Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí. Él dijo otra vez: bésame que me muero; repuso ella: No quiero.


Entonces él cayó muerto. Ella, que lo veía como si fuera de día por la gran luz de la habitación, se puso a temblar, despertó al marido y le contó la historia. Su esposo nervioso, le dice que hay que llevarlo a su casa sin ser vistos,  porque podrían acusarlo de haberlo matado si lo descubren ahí.

A la joven le vino al pensamiento cuánto la quería Juan y de cuánto había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto. Acordó ir a besarlo antes que lo enterrasen; se fue a la iglesia del señor san Pedro donde lo velaban. 


Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le destapó la cara apartando la mortaja, y lo besó tan fuerte que ahí cayo muerta

Las personas que vieron que estaba encima de Juan se le acercaron para pedirle que se levantara y ya pudieron ver que ella había muerto ahí mismo.  El marido de Isabel luego contó a todos a los que había delante lo que ella le había contado y acordaron enterrarlos juntos en una sepultura.

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Descubrimiento de las momias

En 1555, durante unas obras realizadas en la Capilla de los Santos Cosme y Damián de la Iglesia de San Pedro, en Teruel, aparecen dos momias, un hombre y una mujer, enterrados juntos.


En 1619, Juan Yagüe de Salas, secretario del Concejo de Teruel, promueve la excavación de la capilla, volviendo a encontrar las momias de los Amantes. El motivo es que había encontrado un acta notarial del año de su descubrimiento, 1555, y quería demostrar la veracidad del hecho.


En 1902, fueron depositadas en una capilla anexa a la Iglesia de San Pedro, de forma digna, tumbados en dos sepulcros de madera abiertos.


En septiembre de 2005 se inaugura el actual Mausoleo de los Amantes.

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