¿Si te contará que un soldado escapando de la guerra vivió años en una cueva sin saber que había terminado, me creerías?
Esta es una historia real que pertenece a el soldado Shōichi Yokoi del ejército imperial japonés y 10 soldados más, que escapando del conflicto armado de la guerra Sino-Japonesa, se internaron en el bosque hasta llegar a las cuevas de las colinas en cerca de las cascadas de Talofofo, de las Islas Marianas en el mar de Filipinas.
28 años transcurrieron viviendo de la caza y la pesca nocturna, escondidos del ejército de EEUU que ya había tomado la Isla de Guam, que fuesen capturados o que se rindieran sería igual de deshonroso.
Luego de un tiempo, en 1952 creyeron que lo más seguro sería separarse, sus amigos partieron y se asentaron en otros puntos de la selva, Shōichi en su cueva.
Tomaban como rumor que la guerra había terminado, algunas veces conseguían panfletos que confinaban esa información, pero ellos estaban convencidos que eran estrategias malintencionadas para capturarlos.
En 1964, Shōichi fue a visitar a sus amigos y los consiguió muertos por inanición. Para ese año las lluvias fueron fuertes y constantes e inundaron todo a su paso, la falta de alimentos cobró la vida de sus dos compañeros, dejándolo completamente solo durante los próximos 8 años.
Shōichi ya sabía sobrevivir en esos escenarios tan hostiles, su dieta era de sapos, ratas, caracoles y camarones que había aprendido a pescar con trampas que él mismo fabrico, también hacía a partir de ramas, hojas y fibras de cocos, su ropa, utensilios de cocina, herramientas de múltiples usos y construyo un telar.
La rendición de Shōichi
Así continuó viviendo hasta la noche del 24 de Enero de 1972 que salió a revisar sus trampas de camarones y fue descubierto por dos hombres que estaban en el río. Él pensó que eran enemigos, así que en un intento desesperado trató de desarmarlos de su fúsil, pero estaba muy débil y rápidamente lo lograron someter. Shōichi, pidió clemencia y le pidieron que lo mataran antes de perder su honor.
57 años contaba Shōichi en ese momento, cuando logró tranquilizarse y entender que esos hombres no eran del ejército americano, ellos mismos le explicaron que la guerra terminó hace casi 30 años y que Japón había perdido.
Ese mismo año Shōichi fue repatriado, en su país fue recibido con honores, más de cinco mil personas estaban en ese momento que inmortalizó una frase que hoy en día se sigue usando entre los japoneses, "es vergonzoso, pero he vuelto".
Se convirtió en una figura pública, trabajo en radio y televisión como comentarista y se rodó un documental sobre su historia.
Cada cierto tiempo regresaba a Guam, a ese lugar que por tantos años fue su casa. Estuvo honrado de que había un pequeño museo en su nombre y ahí exhibían las herramientas que había fabricado con sus propias manos. La adaptación al mundo moderno le fue difícil. Falleció el 22 de septiembre de 1997 de un ataque al corazón y fue enterrado en la misma tumba que ya poseía desde 1955.