No siempre la playa es un buen plan





Conocí Carmen de Uria

A la extinta Carmen de Uria en La Guaira fui una sola vez, por lo menos que recuerde, y fue un par de meses antes del deslave y su desaparición, definitivamente fue una ocasión que no olvidaré por todo lo que pasó ese fin de semana. 

Simón era un amigo de mi familia y habían pasado años desde aquel último encuentro, la verdad es que de niña siempre lo veía en las rochelas en mi casa, con su guitarra y la cantadera, intentando conquistar el corazón de mi hermosa tía Betty que se mantenía dura y traía al pobre como el lobo de ls comiquitas. 


Apuesto que ustedes que me leen, han vivido algo así, la escena sería una familia numerosa en casa de la abuela y una muchachera jugando y corriendo mientras los adultos se emborrachan vertiginosamente y luego de una reunión casual que comenzó con unas cervecitas se convierte en una eterna reunión de whisky con vasos rodeados de servilleta mojada. Lo saben, yo sé que sí, nuestra maravillosa irresponsabilidad venezolana que a mi personalmente me encanta, aunque sólo nos hace bien al alma, porque a la sociedad no estoy tan segura, pero eso es otro tema.


Un día mi tío David llegó comentando que se había encontrado a Simón después de años sin saber de él y que este se había casado con una mujer mucho más joven, estaba viviendo en la costa de Vargas con su esposa,  su hijo que fue mi compañero de juego y una hija pequeñita que tendría unos 2 años, nos comentó que en ese encuentro nos había extendido una invitación a todos para ir a su casa el próximo fin de semana. 


Mi mamá no pela un bonche nunca, y en esa oportunidad fue la que se anotó de primera en esa lista para asistir con mi tío, su esposa, sus tres hijos y yo, pero algo pasaba con el carro y terminamos viajando en el orgullo de mi abuela que pecho inflado siempre decía que su carro era un Zephir Fairmont. Yo agrego, sin aire y con unos asientos plásticos con costuras gruesas que después de esas colas bajando o subiendo de la La Guaira durante 2 horas te quedaban estampados en cada muslo, tal cual un tatuaje que te infringe  dolor al levantarte. 



Mis primos estaban niños y emocionados con lo que le vendieron mi tío y mi mamá, un paseo a la playa, jugarían todo lo que quisieran, con otros niños, que la pasarían bomba y se asegurarían que la amargura de mi tía Rebeca y la mía no los permearía, al final éramos unas aguafiestas porque sospechábamos que no era un plan tan bueno.


Dos horas después que salimos de casa llegamos empegostados, cansados y con la costura del asiento plástico en cada muslo. 


Dimos vueltas y vueltas hasta que llegamos, si bien no existía Google Maps tampoco escasez de gasolina y pudimos tomarnos el tiempo, la verdad es que tampoco era tan grande Carmen de Uria. 


Una vez conseguimos la casa de Simón, sale su esposa que no conocíamos y nos dice que mejor bajáramos a la playa porque estaban pescando lo que nos íbamos a “jartar”, ahí yo entendí que todo era peor de los que me imaginé. 

Nos montamos de nuevo en el carro para llegar a la única playa y en el camino que eran como 3 cuadras, en ese entonces La Guaira se parecía a Miami, una calle que va y otra que viene. Le recuerdo a mi responsable familia que yo soy alérgica a los mariscos y moluscos y que si esa es la comida, deben resolver mi vida porque no sólo de pan vive el hombre. 


Algo se va a cocinar

Ahí estaban,  metiendo nylon y sacando nylon el amigo Simón con unos señores y su hijo Andrés, ahí me empecé a distraer porque pensé que por lo menos tendría con quien compartir todo lo que se avecinaba, pero eso me distrajo de lo que debía hacer, presionar qué comería. 

Ese par de horas debajo del sol les explotó la embriaguez a mi hermosa familia que ya llevaban unos cuantos traguitos, pero digamos que yo ya estaba más cómoda, con expectativas de pasarla chévere, aprovechando de dorar ese cuerpo quinceañero mientras veía al baywatch criollo con el nyloncito pescando y a mis primos jugando en la orilla. Mi tía me dice, “yo creo que todo va mal Bettyna”. 

_Tía no seas negativa, la vamos a pasar bien, ustedes se comerán ese poco de bichos en un hervido y yo comeré pasta con atún seguramente y conversaremos, cantaremos, mis primos se divertirán, la pasaremos ¡BOMBA!. 

_Betinita, estás en negación y te acordarás de mi. 

Llegó el momento de regresar y ya mi tío y mi mamá no se sabía muy bien lo que decían, tenían un estado de felicidad elevado. 

Nos montamos en el carro y al llegar de nuevo a la casa, estos dos personajes ya estaban en la lona, mi tío terminó debajo de la regadera del patio dormido mientras corría el agua que hoy tanta falta hace y mi mamá se acomodó en otro sitio con un poco más de glamour pero borrada. 

Comenzó a llegar un montón de gente que no conocía, se pusieron a jugar dominó y el hambre ya me tenía medio bizca, pero con las expectativas de que aquel viejo amigo mío conversara, y así pasaran las horas rápido. en este punto también tenía altas expectativas que la ventinunica bolsita de  pepito y el cheese tris me quitaran el hambre

Mis primos se empezaron a poner fastidiosos por las mismas razones y el calor, pero era normal, eran pequeños, el más grande tenía unos 8 y los otros dos 3 y 4. 

Amablemente nos acomodaron en un cuarto con una camita y ventilador, para los 7 pero en realidad éramos 5, ya saben dónde estaban 2 miembros de mi banda, en la regadera y una hamaca por allá botada. Acompañé a mi tía a instalarse, pero mi primo más pequeño comenzó a sentirse mal, así que ella  pasó gran parte del tiempo en la habitación, pero yo iba y venía porque aún mantenía la fe de que podía mejorar el momento pero es que no pensaba con claridad de hambre. 

Instalada en el patio y en conversación con el amigo, él comienza a contarme lo que hace, donde estudia y que si esto, aquello, bla bla y de repente ve la hora y me dice “Ay es tardísimo, voy a salir”. Una hora después el amigo se fue y ahí quedé fuera de base. 

Así voy a donde estaba la única persona que me comprendía, mi tía. El panorama era una mesa con 4 puestos y un poco de hombres desconocidos al rededor con un escándalo entre carcajadas y cuentos. 

Sin noción de tiempo pero ya había oscurecido, abanicando un poco de aire mientras veía a la gente jugar, los niños correr y mis tripas estrujar, anuncian que el hervido está listo, se despierta mi gente, comen y se activan de nuevo, estaban decididos a pasar bien bueno su fin de semana con su gran amigo, mientras yo le recuerdo a mi tía que yo no puedo comer eso y que Simón me dijo que me salía pasta con atún. 

Mi tía va a preguntar con toda la pena del mundo qué pasó, y le respondieron que ellos debieron ir a comprar lo que iba a comer y no lo hicieron, ya la gente borrachita me sugerían que me tomara el caldito porque no me haría nada, que el problema era si me comía un bicho de esos, por supuesto que me negué y me regalaron 3 galletas Marilú para que amortiguara hasta el día siguiente que me fuera, yo la verdad no vi nunca donde estaba la esposa de Simón y las acompañantes de los deportistas del domino.


  ¡Que noche!, esta es la penitencia de ayuno que decía mi abuela que debía hacer... 

Esto no es de Dios

A mis primos les impresionaba ver ese caldo lleno de tenazas, antenas, ojos y colorida fauna hervida y evidentemente no querían comer, 2 no pudieron con el caldo y el otro dijo que el hambre era más fea. El del medio estaba angustiado porque cuando vio el tamaño de la olla, tenía sospechas serias y firmes de que una sirena pudiese estar picada dentro y se la estuviesen comiendo. 


Pasé la noche en vela, mi mamá y mi tío estaban en otra dimensión y como un gran actor que sale y entra de sus emociones, ellos salían y entraban de la lucidez, mientras nosotros con la noche acomodamos a los niños en la camita y abanicábamos hasta el amanecer porque el ventilador era como para un calor más irlandés y menos tropical. Tenían hambre, querían su cama, el calor los agobiaba y nosotras sentadas esperando que las horas pasaran mientras escuchábamos afuera, “¡trancáo¡, pa' ver que tienes tú" y al ratico otra algarabía  ¡suelta la cochina!. 

Llegó la mañana y los dos bonchones entran y nos dicen con entusiasmo, ¡arréglense, vámonos pa' la playa muchachos!. La mirada fulminante de mi tía hizo que este se persignara mientras ella se levantaba y me ordenaba que me quedara un momento con los niños en el cuarto. 

Mis primos no querían playa, sólo querían casa, comodidad y comida, y es que yo estaba igual, si hubiese tenido un antihistamínico le hubiese metido a una tenaza de esas y me hubiese chupado un ojo de cualquier bicho de esa olla desde el minuto uno. La vida de pescador no es lo mío. 

Mi tía regresó, recogió todo, agradecimos las atenciones y nos marchamos. En algún punto de las 2 horas sobre el viaducto de La Guaira, derretidos del calor y fundiéndonos en el plástico del Ford Fairmont 81 una vez más, mi tío nos dice, cónchale yo gocé una pelota, que bien la pasamos ¿verdad muchachos?. 

Ese fue el viaje de debut y despedida porque un par de meses después pasó la tragedia de Vargas y ahora toda esa gente fue a parar a mi casa porque quedaron bonchificados, pero eso será otro cuento. 

Viajes de aventura, acampada, mochileros no es lo mío, necesito CO-MO-DI-DAD

¿Les ha pasado algo así?




Tal vez te interesen estas entradas