Él y su mamá, mi tía Betty se mudaron a mi casa para recibir la ayuda de mi abuela en esos menesteres de mamá primeriza; mi tía una mujer graciosa, particularmente divertida y muy obediente a las recomendaciones de lo que el pediatra aconsejaba de manera estricta y absoluta.
Una conversación de todos los días entre mi abuela y ella era:
-Mamá, el Dr. dijo 3oz de leche cada 3 horas, y han pasado dos y media, no le puedo dar más, debe llorar por otra cosa, quizás esté aburrido.
-Yo no sé Betty, pero ese niño tiene es hambre, dale comida porqué se va a enfermar
Una noche, a eso de las diez,, todos estábamos en nuestras respectivas camas listos para dormir y mi pobre tía amamantando al bebé mientras cabeceaba de sueño y agotamiento físico, porque hay que ver el trabajo que dan.
Entre succión y succión Luis se ahoga, mi tía lo levanta, él se queda privado, ella comienza a gritar desesperada ¡MAMÁ, MAMÁ!, mi abuela se levanta, corre a su auxilio y yo voy más atrás.
Entre succión y succión Luis se ahoga, mi tía lo levanta, él se queda privado, ella comienza a gritar desesperada ¡MAMÁ, MAMÁ!, mi abuela se levanta, corre a su auxilio y yo voy más atrás.
Al llegar a la habitación, mi tía está llorando y sacudiendo un poco al muchacho mientras él seguía sin reaccionar. Luis comienza a privarse y comenzando a ponerse rojo, mi abuela que siempre reaccionaba de modos insospechados, es decir, como una loca de nervios traicioneros, sólo alcanzó a gritar ¡Ay Dios mío! y corrió hacia el baño de su cuarto donde se encerró a seguir gritando sin brindar ningún tipo de consejo o apoyo.
Yo no sabía que hacer, mi tía lloraba y le decía "reacciona hijo", mi abuela gritaba "¿cómo está?, Luisito estaba asfixiándose y sólo se me ocurrió llamar a mi tía Elsa que vivía a 2 edificios.
Repica varias veces, responde asustada y le cuento con alarma y rápidamente lo que estaba sucediendo, ella con voz serena me dice, "pongan al bebé boca abajo y le dan unas palmadas por la espalda".
Repica varias veces, responde asustada y le cuento con alarma y rápidamente lo que estaba sucediendo, ella con voz serena me dice, "pongan al bebé boca abajo y le dan unas palmadas por la espalda".
En ese momento todo era confuso, y mi tía entendía que lo pusiera de cabeza, con la cabeza para abajo, lo levantó por los pies y mientras tenía la cabeza para abajo me decía "dale por la espalda", yo le decía ¡NOO es boca abajoooo!, mi tía insistía que eso era boca abajo, le paso el teléfono para que mi tía Elsa le explique si es volteado viendo hacia abajo, o con la cabeza hacia abajo mientras, todo era caótico e iba a peor.
Luisito comienza a ponerse morado, mi abuela seguía gritando desde el baño, ¿CÓMO ESTÁ?, mi tía Betty gritaba al teléfono, y ahora escuchaba a mi otra tía gritando también, la serenidad se fue.
Luisito comienza a ponerse morado, mi abuela seguía gritando desde el baño, ¿CÓMO ESTÁ?, mi tía Betty gritaba al teléfono, y ahora escuchaba a mi otra tía gritando también, la serenidad se fue.
Recordé que en el apartamento de al frente vivía la abuela de una amiguita de juegos, que aunque era bien culo malo era enfermera y seguro podía ayudar de una forma más efectiva.
Abro la puerta, toco a esa hora, la sra. se despierta, pasa a mi casa.
-Ay Betty, yo veo mal a ese muchacho, yo creo que debes irte de inmediato al Hospital y no perder más tiempo.
Mi tía al estilo de Guillermo Dávila "♪sin pensarlo 2 veces" llama el ascensor, me pide que busque a mi abuela para que venga a manejar el auto hasta el hospital. Voy obedientemente, mi abuela sale y se ponía la mano al lado de los ojos, bloqueando la vista para no ver a mi tía y a Luisito.
Al entrar al ascensor, la enfermera le dice a mi tía.
-Betty, ¿Vas a ir en pantaletas al hospital?, ¡ponte algo!
¡Ay Dios!, mi tía tenía una braga cuando estaba amamantando y con la brincadera en algún lado cayó, así que todo este show se había dado sin pantalones y nadie se había dado cuenta. Ella se devolvió y como pudo se puso algo.
En el carro Luisito ya se veía tranquilo, lucía agotado y se quedaba dormido, mi abuela no volteaba a ver pero preguntaba cada minuto y medio, ¿cómo está, Betty?, mi tía llorando le respondía con el mismo drama por el que siempre ha sido reconocida en la casa:
-está como ido, mamá
-¿Tía está como ido o está dormido?, le pregunto.
-¡No dejes que se duerma!, ordenaba mi abuela.
Mi tía llora que te llora
-Hijo no te duermas, ya vamos a llegar, por favor no duermas, ¡resiste!...
Padre nuestro que estás en los cielos...
Llegamos a la emergencia del Victorino Santaella y cuando ven que es un bebé lo pasan enseguida, yo logro escabullirme con mis 12 años entre esa gente y voy pegada atrás a ver a donde se llevan a mi Luisito.
La enfermera lo ve, no le presta mayor atención y sale del cubículo.
Espera, espera, y nada que regresa, hasta que mi tía comienza con el llantén número 27 de la noche, la enfermera la escucha y le pregunta, ¿a ver qué pasó, señora?.
La tía la drama queen echa el cuento completo y esta se vuelve a ir. El momento otra vez se pone tenso, mi tía a todas estas seguía repitiendo a Luisito, "aguanta hijo, ya estamos en el hospital" y continuaba con "venga nosotros tu reino, hágase tu voluntad".
-Mire Sra. ese niño lo que tuvo fue un ahogo con la leche, ya se le pasó, lo que tiene es sueño parejo, llévelo a su casa y déjelo dormir.
-¡Pero si no lo has revisado!
-No necesito revisarlo para saber que pasó.
Y así regresamos destruidas de cansancio a casa a esperar la próxima comida de Luis.